domingo, 1 de agosto de 2010

Cerdito cochino redundante

El acantilado no está muy lejos de mi nariz, de hecho, yace en la esquina. En ocasiones, me alejo esperando no sentir su hedor. Pero es extraño, mientras a mayor distancia estás de mi sentido del olfato; más te acercas a mis pensamientos. Me preocupo de ti cada día y esto es muy factible que se produzca por un cierto atractivo hacia tu ser. A veces intento averiguar el motivo, agarro un par de objetos y melodramáticas pero profundas palabras y salgo a tu cacería. Ahí , cuando termino de empacar es cuando razono que eres más complejo de conocer que cada trozo de montaña, pero por ende, eres visible a mis ojos y ya no causas ese misterio que el viento genera desde que lo sentí por primera vez en el coche mientras papá me llevaba a la plaza Yungay donde los niños jugaban en sus autos y donde ahora los estúpidos borrachos tienen una excusa para celebrar su ignorancia por lo mismo que yo desconozco. Creo que voy muy denso, voy a simplificar un poco mis palabras, pero mejor no, si lo hago también perdería la fuerza y poder simbólico de lo que estoy intentando narrar aquí en este papel digital.
Cuando veo mis armas para enfrentarte, por favor hippies o intentos de esto, hay cosas que se llaman metáforas, y no voy a gastar huellas digitales en explicar algo que sabemos o espero, que aprovechemos lo poco y nada servible que nos dejo la ilustración y cualquier fenómeno positivista y artístico, pobre arte, como se ha banalizado. Estas armas (ahora si me enchufo), son escasas a la situación a la que me veo presente. Tal vez, genero un falso profeta dentro de mi, y claro que mayor inspiración de falsos profetas que el que encuentra en muchas esquinas del mundo, en edificios con cruces y en hogares llenos de miedo a morir. Pero si algo me causa tu repugnancia, y eso me diferencia de otros y me asemeja a unos cuantos, es que tu repulsión me impide tenerle miedo a la muerte, hasta he jugado con ella. No me cae bien eso si, tal vez porque después de tanta investigación y viajes por el subconsciente me di cuenta que casi caí en tu cobardía. Vida, que simple es vivir. Claro, las plantas y los animales también lo hacen, y nos sentimos superiores porque razonamos y ellos no, si creo que lo somos. Podemos destruir lo que ellos no, podemos manejar situaciones que tampoco realizan. Que mal hemos aprovechado nuestra superioridad entonces. Yo si salgo a cazar con mis pocas palabras, no me interesa formar un ejército o una religión como lo hacen otros, ni reunir gente para apoyar mi causa. Por que mi causa ya se responde cuando uso el posesivo MI.


Salí a buscarte, entre tanta peste , como lo eres tu y lo soy yo, cerdito cochino redundante que otras veces solemos llamar sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario