No sabía nada de Neruda, los Machado eran extranjeros y los Bécquer no formaban parte del menú. Aún así, Ingrid había llegado al taller de poesía, esperando conocer algún loco que pudiese dedicarle unos versos y contemplarla hasta el más banal detalle.
¡No tení idea en el cacho que te estay metiendo, pobre cabra! Lo digo por los locos esos, ¡son demonios Ingrid!
ResponderEliminar¡Me gusta este banner! Efelantito para ti.
ResponderEliminar